El jueves tuve mi cita en FUCAM,
ya que he tenido algunos padecimientos. ¿Qué es FUCAM? FUCAM es una fundación de Cáncer de mama en la
Ciudad de México, cuya misión es procurar el diagnóstico, tratamiento y
seguimiento especializado en cáncer de mama desde el año 2000. Es mi tercer
cita esta vez, la primera fue la de “primera vez” para ver el motivo de
consulta es decir explicar los padecimientos que he tenido, la segunda para los
estudios y esta tercera para que te den el diagnóstico.
Asistir a un lugar como FUCAM es
un escenario de sentimientos encontrados. El lugar está perfectamente ambientado
en cuanto a instalaciones y plenamente organizado. Sólo puede entrar el
paciente ya que no se permiten acompañantes. Decenas de mujeres acuden cada día
a consulta o para tratamientos, estudios y cirugías. La primera vez que acudí,
tenía nervios, hay varias salas de espera, todas ellas con muchas pacientes.
Mujeres de todas las edades; desde jovencitas, mujeres adultas y ya mayores.
Acuden mujeres que asisten por primera vez por alguna molestia en los senos o
las que ya llevan tiempo y están en tratamiento. Las mujeres que reciben
quimioterapia son las que más me han impactado, ya que asumen con buena actitud
(no queda de otra) el padecimiento. También se ven pasar acompañadas de una
enfermera a las mujeres que valientemente tienen que enfrentar la cirugía. Voltear
a mirar a cada una y encontrar en su mirada un abrazo solidario como compañeras
del mismo dolor. Se escuchan todo tipo de conversaciones con historias desde
trágicas hasta las más triunfantes que sólo asisten a corroborar que siguen sin
nada. En cada una existe incertidumbre y esa incertidumbre es la que acaba. El
personal es muy cálido y los médicos son muy respetuosos y hasta amorosos. Creo
que se necesita esa calidez para aminorar la molestia que implica un
padecimiento de esa índole.
La espera se vuelve eterna y no
queda más remedio que aguardar el turno, mientras el sonido del timbre de los
turnos de la caja junto con los murmullos de las charlas inundan el ambiente;
mujeres hablando entre sí o contestando una llamada, algunas más mandando
mensajes, leyendo un libro, hojeando una revista, tejiendo, otras sólo observan
como yo. El tiempo transcurre lento no así como la paciencia que combinada con
la incertidumbre se torna en desesperación. El clima lluvioso de la ciudad no
ayuda mucho en el ánimo. Escuchar tu nombre y saber que estas a minutos de
recibir buenas o malas noticias. Cruzar la puerta a los consultorios y alejarte
de ese murmullo implica que estas pasando por un momento muy serio que sólo es
soportable por las risas nerviosas de las demás pacientes. La espera en el
pasillo de los consultorios es menor en tiempo sin embargo transcurre de forma
tortuosa y el miedo crece. Esas emociones encontradas finalmente se disipan ya
dentro del consultorio.
Comienza el interrogatorio para
descartar problemas heredo-familiares que puedan contribuir a un problema mayor
y después de una pausa de segundos que yo percibir de minutos, me dice
simplemente; Salió bien, me explica, me da una lista de recomendaciones y me
incida que debo asistir en una año para chequeo. Pude sentir como el alma me
regresaba al cuerpo, la angustia se esfumo y lance un suspiro de alivio (y para
mis adentros un ¡Gracias a Dios!). La recomendación más reiterativa fue la de
la autoexploración. El cáncer de mama cobra la vida de miles de mujeres en el
mundo, sin embargo también miles se salvan si se detecta a tiempo. Me siento
muy afortunada de no tener un padecimiento grave, pero es una realidad que la
lección más grande que recibo esta vez (y de nuevo), es que la salud es muy vulnerable
y que cualquier padecimiento no debe tomarse a la ligera. Además que es un
deber cuidarse. Ahora estoy pensando en participar en la carrera anual que
organiza la fundación en el mes de Octubre, nunca he sido muy deportista en mi
vida, pero es una causa importante. Si alguien necesita información sobre los
servicios que brinda esta fundación, lo podrán encontrar en la página: www.fucam.org.mx