No creo que nada sea más asqueroso y liberador al mismo
tiempo que “el vomito”, sacar eso podrido que llevamos dentro, eso que nos
incomoda y que no puede estar más en nuestras entrañas. Pero qué hay de vomitar
todos esos demonios que llevamos en el interior que nos persiguen sigilosos y
que aprovechan cada oportunidad para salir y dejarnos ver que siempre nos
acompañan. Hoy por un momento me gustaría vomitarlos todos y verlos cara a
cara, no sé si con la intención total de enfrentarlos, pero sí de mirarlos y
preguntarles hasta cuándo. O tal vez gracias a mi obsesión por organizar,
empiece a clasificarlos; por época en que aparecieron, por intensidad, por
cantidad de apariciones. O sólo me quedé mirándolos para darme cuenta mi
cordura se desvanece al hablar con ellos. Finalmente vomitarlos y que alguno
por descuido se quede fuera y ya no regrese.
-Juannytha.